Esta
Asociación Civil, nació el pasado 27 de diciembre de 2010, con el objetivo de
luchar por mejorar la calidad de vida de vecinas, vecinos, transeúntes y
visitantes de la ZONA COLONIAL y
luchar por convertir este retazo de la historia de Venezuela, en un nuevo EJE TURÍSTICO de nuestra amada patria.
Desde este
punto geohistórico de Venezuela, podremos inculcar en nuestros jóvenes el AMOR PATRIO Y EL SENTIDO DE PERTENENCIA,
que como futuro de nuestro país es importante que se formen, podrán descubrir
cómo se vivía en la colonia, los cambios ambientales que ha sufrido nuestro territorio,
por qué es necesario investigar y conocer nuestra historia y quienes fueron los
propulsores y los detractores de nuestra independencia.
PETARE es una parroquia del Municipio Sucre, que los
medios de comunicación describen como zona de ladrones, asaltantes, asesinos y
otros adjetivos denigrantes, es cierto que tenemos algunos problemas de este
tipo, tanto como otras zonas del país y del mundo, pero, PETARE TIENE OTRA REALIDAD.
En PETARE, encontramos un altísimo grado
de SOLIDARIDAD, AYUDA MUTUA, AMISTAD,
COMPAÑERISMO entre sus habitantes, desde nuestra época indígena hemos
defendido la patria, la libertad y el desarrollo social.
Así podemos
disfrutar de este fragmento, escrito por Francisco D’antonio, vecino de nuestra
comunidad, donde nos describe realidades de esa época:
“El Valle de los Caracas parece haber sido hecho por la
naturaleza para que en él tuviere asiento la Santiago de León de nuestros
días. Lugares como Antímano y Chacao, aparentemente tan distantes en otra
época, se integran hoy a la ciudad cuyas autopistas y avenidas urbanas acercan
las fronteras de antaño al paso que su marcha quebranta y modifica la huella de
su propia historia. Poco más lejos, al Este del valle donde las aguas del
Caurimare desembocan y aumentan los raudales del Guaire, continúa Petare aún sobre
su piedra antigua atesorando el núcleo primigenio que el deber nos impone
preservar y salvar no sólo como ejemplo de hermosas tradiciones y como
testimonio de modesta factura arquitectónica, sino como legado invalorable para
el tiempo en que Caracas se convierta en la metrópoli que se avecina.
El paisaje ha cambiado, no obstante, y hoy por hoy resultaría
irreconocible para los viejos petareños del mismo modo que la Venezuela de ayer
tampoco existe. Y en efecto, al margen de la Avenida “Francisco de Miranda” donde se levantan los altos edificios de apartamentos, más allá
de las frescas zonas residenciales de “El Marqués”, “La California”, “Macaracuay”
y “El Llanito” donde hasta hace poco sólo inmensos árboles, sombreadas
galerías de bambú y feraces plantaciones existían, se multiplican los nombres
de los empobrecidos barrios periféricos: “La Urbina”, “Santa Rosa”, “Las
Trincheras”, “Carpintero”, Buenos Aires”, “San Miguel”, “El Nazareno”, “Barrio
Unión”, “Las Pomarrosas”, “Casa e’Tabla”, “El Mirador”, “La Ceiba”, “Píritu”, “12 de
Octubre”, “La Alcabala”,
“El Esfuerzo”....
Petare,
al decir de don José Oviedo y Baños, fue fundado por el Encomendero don
Cristóbal Gil hacia el último tercio del siglo XVI, unos años más tarde que
Caracas. Documentos que reposan en el Archivo General de la Nación, más precisos en lo
que a fechas se refieren, señalan que para 1619 existía la Encomienda de indios de San Francisco de Petare perteneciente a don
Alonso Vásquez y que para 1624, el Capitán don Francisco Infante poseyó la del
valle del Dulce Nombre de Jesús bajo cuya advocación comenzó a perfilarse el
damero irregular de la villa. “Pero lo importante – escribe Guillermo Morón –
es otra cosa de raigambre histórica: que Petare existió como pueblo real y
efectivo, como vida corriente, desde 1619 a 1822 y que desde este último año
adquirió categoría de ciudad.
Enla Visita Pastoralque el Obispo don Mariano Martí practicó el 14 de octubre de 1772 refiere que
Petare “es doctrina de Indios para los cuales fue fundado; pero en la
actualidad es habitado no sólo de los Indios que son tributarios sino también
de muchos vecinos Españoles, y de todas castas. Fuera de la población también
habitan algunos de los Indios y vecinos Españoles en los campos tienen sus
sementeras de caña dulce y de cacao”. Registra así mismo que la población
alcanza al número de 2.833 habitantes, 1.241 de los cuales viven en el núcleo
urbano donde se levantan 385 casas: el Templo posee “una Capilla Mayor, de
tapia y tablas cubiertas de tejas con su cielo raso pintado de blanco y
encarnado” que por entonces se está reedificando y que el Libro Parroquial más
antiguo data de 1.704, “pero se infiere no ser éste el primero
y que tal vez los antecedentes se perdieron en algún incendio.”
En
lo que se refiere a sus vías de comunicación sabemos que ya para 1789, Petare
cuenta con cinco caminos reales “que salen para Guarenas, Mariches, Hatillo,
Baruta y el que va para la ciudad de (Caracas), con el que se junta otro que
atraviesa la jurisdicción, que viene de Chacao y sigue para Guarenas...”.
Desde
el vecino San José de Chacao llegará el armonioso cantar de los Neristas confundidos
en ocasiones con alarmantes noticias de alzamientos y debeladas conjuras. Aún
está fresco el recuerdo del Capitán don Juan Francisco de León quien pasará por
las calles del pueblo con gentes del Tuy y Barlovento, para elevar su protesta
contra la Compañía
Guipuzcoana, en la fría mañana del 19 de abril de 1.749. No
obstante el aroma del café recién cosechado en las haciendas circunvecinas no
logra atemperar el curioso litigio entre el Justicia Mayor del Tenientazgo de
Petare, don José Pérez Peña y su Recaudador Real don Guillermo Alzuru, a
propósito del uso de la espada y bastón y derecho de asiento en el lugar
destinado al Cabildo durante las grandes solemnidades religiosas. Pero el
tiempo de insurgir está próximo y ya habrán nacido los hombres que ofrecerá el burgo en aras de la gesta. Para 1.810 en censo
arroja un total de 4.559 petareños.
Y
tal como lo evidencia su participación en la Junta Suprema así
como la determinación de dicho cuerpo de encomendarle la Secretaría de Guerra y
Marina de la naciente República las vinculaciones revolucionarias del
Vice-Almirante don Lino de Clemente y Palacios datan de mucho antes del 19 de
abril de 1.810. Poco después le tocará rubricar el Acta de Independencia en su
condición de Diputado por la
Provincia de Caracas, a la cual pertenecía por entonces
Petare.
Y
al par de los más brillantes, “el artista de Herrería don Manuel Toro – informa la Gazeta de
Caracas en su edición del 11 de junio de 1.811 – oculto en la oscuridad de su
pobre Taller, sin más conocimientos que su genio sin otro móvil que su
patriotismo, sin otra ambición que ser útil a la patria (...) acaba de
sorprender agradablemente al Gobierno con un fusil construido enteramente por
el mismo”. Poco tardará para que este primer Gobierno venezolano confiera a don
Manuel el Grado de Capitán de Maestranza y decrete el perfeccionamiento del
armar hasta el punto de establecer, “bajo la dirección del industrioso Toro,
una oficina que barrena de cuarenta a cincuenta cañones de fusil al día con
todos los demás operarios para la construcción de
llaves y demás piezas de esta arma: de suerte que pronto deberá Venezuela a
Petare - concluye la Gazeta de Caracas - uno de los artículos
más esenciales de su defensa, y uno de los ramos más preciosos de su
prosperidad industrial”.
Esa fue, junto a los hombres y mujeres anónimos que rindieron su
sangre en obsequio a la libertad política, la cuota de responsabilidad que
Petare se impuso en cumplimiento de una causa a la cual se sumó desde sus
inicios…”